Si el coach le dio la función de marcar al mejor jugador del equipo contrario, ¡prepárese!, porque le va a tocar duro. Va a necesitar de concentración, agilidad, resistencia y paciencia. Aquí algunos puntos clave para detener al habilidoso y desaparecerlo del terreno de juego.
Siempre hay que mantenerse a una distancia en la que el jugador al que se designó marcar no se separe de uno. Lo recomendable es mantener un brazo de longitud para perseguirlo todo el tiempo y no dejarlo avanzar.
Las rodillas flexionadas y los brazos estirados nos ponen en una posición de ventaja frente a un jugador veloz. Si lo incomodamos, le ponemos un brazo por delante y estamos preparados para bloquear, el mejor jugador no podrá desplegar toda su habilidad.
Los ojos en el balón, constantemente. El crack hará lo posible por driblar, avanzar con su agilidad o dejarnos atrás con fuerza. Si seguimos el trayecto de la pelota naranja podremos hacer bloqueos o robar el balón con precisión.
Toca leer al oponente para defenderlo con inteligencia. Si definitivamente le dimos el espacio para lanzar, entonces ahí si nos podemos alejar un poco para tratar de taponar un tiro. Todos esos elementos los podemos identificar si estamos concentrados.
Esta es una frase para el baloncesto y para la vida: nunca de nada por perdido. Si el jugador logró superarlo, no se quede quieto, vaya persígalo, corra detrás de él y trate de detenerlo a pesar de que ya lo vea imposible. De pronto lo logra; nunca se rinda.
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