Como todos los deportes, en el baloncesto lo más importante es anotar la mayor cantidad de puntos posibles. Pero, aparte de la puntería y la habilidad individual, hay técnicas defensivas muy útiles para recuperar el balón y coger al equipo contrario por sorpresa. Esta es la importancia del rebote en el deporte de la pelota naranja.
Los rebotes se cuentan dentro de las estadísticas de un partido porque son acciones que crean una cantidad increíble de opciones para llegar al aro contrario. Se trata de recuperar el balón y avanzar con él mientras la cancha está desprovista de rivales.
Hay una oportunidad inmensa de conseguir puntos que funciona para el básquet y para todos los deportes: el contragolpe. Este término tiene la característica de ser un avance rápido y sorpresivo, que da ventaja a la hora de buscar una posición de privilegio para anotar.
Por eso, un jugador defensivo experto en rebotes siempre tiene tres condiciones elementales: rapidez, agilidad mental y esfuerzo físico.
Rapidez: una vez se recupera la pelota, se debe avanzar lo más veloz posible hacia el aro, que generalmente queda completamente desprotegido.
Agilidad mental: leer los movimientos del oponente para saber que va a hacer a continuación, cómo se va a mover y que va a hacer con el balón, para así tener la oportunidad de arrebatárselo.
Esfuerzo físico: un jugador habilidoso no se va a dejar quitar la pelota fácil; va a estar siempre eludiendo a su marca, por lo que debemos estar presionándolo constantemente, persiguiéndolo e invitándolo a que cometa un error.
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